Estoy convencido de que Ignacio Escolar es muy listo. Y que sabe poner las velas en la mejor dirección para aprovechar tendencias sociales y medrar.
Salvo cuando la caga.
El postureo se le da muy bien. Ya en su momento se las dio muy bien de transgresor aceptando sin pruebas acusaciones de tortura de supuestos miembros de ETA detenidos por la Guardia Civil. ¿Qué le convenció? Pues un par de costillas rotas y algunas magulladuras.
La posibilidad de que un tipo al que van a detener no se esté quieto y el forcejeo lleve a unas abrasiones no hay duda de que pasó por su cabeza.
Pero le hubiera fastidiado el postureo.
En su nuevo medio, El Diario.es, publicó desde el principio las tonterías de iluminadas siempre que se presentaran como «espertas de jénero» y dijeran muchas barbaridades contra los hombres.
Si las barbaridades eran jurídicas había plus.
Así tenemos a María Eugenia Palop ciscándose en los más elementales principios del derecho penal, a María Concepción Torres pidiendo tribunales de excepción para encausar a los hombres o Beatriz Gimeno haciendo el ridículo día sí y día también.
Que Palop no tenga la más elemental idea de literatura y de que en la novela que cita quien sufre el proceso kafkiano es el acusado y la idea no tiene nada que ver con el acusador llega a ser irrelevante viendo lo bruta que es. Ya nada sorprende.
Cuando publica a dos analfabetas ininteligibles criticando que se escriba sobre una obra literaria escrita hace siglos se llegan a momentos de diversión insuperable. Juzga las obras según prejuicios contemporáneos y no en función de su calidad literaria y del contexto social en el que se escribieron. Cronocentrismo de manual.
Pero la cagó en agosto al hilo de la denuncia falsa de violación en la feria de Málaga. Durante quince días publicó a cualquier idiota que afirmara que la violación se había producido, incluso en contra de los hechos que se iban conociendo, pruebas y el más mínimo sentido común.
Se pasó de frenada y tenía a la mitad de sus lectores cabreados por las tonterías que andaba publicando, así que reculó y publicó dos artículos contradiciendo a las espertas que habían condenado a los chavales contra toda prueba.
Y cabreó a las talibanes del jénero.
P.D.: no puedo dejar de imaginar a la redacción de el Diario.es en la timba de poker del viernes por la noche, con tres botellas de whisky y apostando «pues tengo una María Eugenia Palop.»
«Lo veo y subo con María Concepción Torres.»
«El resto, Beatriz Gimeno.»
Y los demás, abandonando. No hay quien supere en estulticia a Beatriz Gimeno.